Retos, 13(25), 2023 Revista de Ciencias de la Administración y Economía
ISSN impreso: 1390-6291; ISSN electrónico: 1390-8618
www.retos.ups.edu.ec
abril-septiembre 2023
pp.63-77
https://doi.org/10.17163/ret.n25.2023.05
Combatiendo la violencia de género a través de políticas
públicas conductuales: alcances y limitaciones
Fighting gender violence with behavioral public policy:
scope and limitations
Alejandro Hortal
Profesor de la Universidad de Carolina del Norte Greensboro, Estados Unidos
a_hortal@uncg.edu
https://orcid.org/0000-0001-6255-4488
Recibido: 01/01/2023 Revisado: 01/02/2023 Aprobado: 01/03/2023 Publicado: 01/04/2023
Resumen: desde que en 2008 se introdujera el concepto de nudge en el libro Nudge, que argumentaba que las pequeñas intervenciones basadas
en cambios en la arquitectura de elección pueden alterar el comportamiento de las personas y facilitarles el logro de sus objetivos deseados,
el uso de la economía del comportamiento en políticas públicas ha crecido significativamente, lo que ha llevado a la aparición de diferentes
intervenciones basadas en conocimientos conductuales. Estas intervenciones se han aplicado en distintas áreas de políticas públicas y adminis-
trativas, incluyendo salud, finanzas, o medio ambiente, con el objetivo de promover el bienestar y abordar problemas sociales y económicos.
El uso de estas aplicaciones en cuestiones relacionadas con la violencia de género ha sido con frecuencia ignorado. De este modo, el objetivo
de este estudio es analizar el uso de herramientas de la economía del comportamiento en políticas públicas, como nudges, boosts o auditoría
de sludges y su aplicación a asuntos relacionados con este tipo de violencia. Al mismo tiempo que se señalan los posibles beneficios de su uso,
también se reconocen las limitaciones del enfoque conductual, apuntando a la necesidad de una aproximación multifacética para combatir
dicha violencia. Así, las políticas públicas que traten con violencia de género deben incluir el uso de herramientas conductuales junto con otras
estrategias relacionadas con la educación, la legislación y las normas sociales.
Palabras clave: violencia de género, pequeños empujones, políticas públicas, paternalismo libertario, economía conductual, estímulos, empujones,
educación.
Abstract: since the concept of “nudge” was introduced in 2008 by Thaler and Sunstein, proposing that small interventions based on changes
in choice architectures can alter people’s behavior and make it easier for them to achieve their desired goals, the application in public policy of
behavioral economics has gained significant attention. This has led to the emergence of different types of policies based on behavioral insights,
which have been used in a variety of areas, including health or finance, with the goal of promoting well-being and addressing social and economic
issues. After providing a basic theoretical background as a frame of reference to understand gender violence, this study explores the use of tools
from the field of behavioral economics as it is applied in public policy. Regulatory (paternalistic) and non-regulatory (libertarian) interventions
based on behavioral insights will be considered: nudges, boosts, shoves, budges, or sludge audits, are examined as potential interventions to use
in matters related to this type of violence. After evaluating these behavioral policy instruments and their potential effectiveness, the limitations of
the behavioral perspective are recognized, and the need for a multifaceted approach to combating gender violence is acknowledged. The article
concludes by arguing that public policies addressing gender violence should not only utilize behavioral tools but should also incorporate strate-
gies related to education, legislation, and social norms.
Keywords: gender violence, nudge, public policy, libertarian paternalism, behavioral economics, boosts, shoves, education.
Cómo citar: Hortal, A. (2023). Combatiendo la violencia de género a través de políticas públicas conductuales: alcances y
limitaciones. Retos Revista de Ciencias de la Administración y Economía, 13(25), 63-77. https://doi.org/10.17163/ret.n25.2023.05
© 2023, Universidad Politécnica Salesiana, Ecuador
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Alejandro Hortal
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Introducción
En los últimos años se ha estudiado la economía
conductual como herramienta para mejorar las
políticas públicas. La publicación Nudge (Thaler y
Sunstein, 2009) introdujo enfoques conductuales
en la formulación de políticas con el objetivo de
influir en los procesos de toma de decisiones de
los individuos y abordar su racionalidad acotada
para mejorar el bienestar y promover el progre-
so de la sociedad. A pesar de las investigacio-
nes en esta área, existe poca atención en el tema
de la violencia de género. Este estudio pretende
realizar un análisis exhaustivo de la bibliografía
actual sobre las políticas públicas conductuales,
destacando los diversos enfoques utilizados en
los distintos ámbitos. Además, se busca explorar
las posibles aplicaciones de la economía conduc-
tual en el ámbito de la violencia de género con el
objetivo de reducir y eliminar los casos. La preva-
lencia de la violencia de género es un problema
de salud pública y de derechos humanos que
afecta a las personas, familias y comunidades a
nivel mundial. A pesar de los esfuerzos realiza-
dos por los gobiernos, organizaciones y defen-
sores para abordar este problema, los índices de
violencia de género siguen siendo alarmantes.
Algunos autores indican que “las intervenciones
deben apoyar a los hombres para que asuman la
responsabilidad de su propio comportamiento”
(Devaney, 2014, p. 480), mientras que otros piden
revisar las leyes de arresto por violencia domésti-
ca sin orden judicial (Chin y Cunningham, 2019)
o abordar el problema desde otras perspectivas.
La economía conductual, con su enfoque en la
comprensión y la influencia en los procesos de
toma de decisiones, ofrece soluciones nuevas
e innovadoras de este problema. Sin embargo,
como se ha señalado anteriormente, la investi-
gación y las intervenciones actuales en el campo
de la economía conductual no han considerado
el tema de la violencia de género. Por lo tanto,
este estudio revisa la literatura actual y aborda
la aplicación de la economía del comportamiento
para reducir y eliminar la violencia de género.
Herbert Simon publicó Administrative Beha-
vior (1947), donde critica el enfoque de la eco-
nomía clásica y neoclásica y la teoría de la ad-
ministración a la hora de describir los procesos
racionales (Hortal, 2017). Las contribuciones de
Simon a la economía conductual se centraron
en la idea de la racionalidad acotada (Simon,
1957, 1982): las personas no siempre son capa-
ces de procesar toda la información disponible
y tomar decisiones racionales. De igual forma,
argumentaba que esto se debe a las restricciones
cognitivas tales como la atención, la memoria
y la capacidad de procesamiento limitadas, así
como a la complejidad del entorno para la toma
de decisiones. Simon armó que las personas
suelen recurrir a atajos mentales o heurísticos
para tomar decisiones (Simon, 1977), en lugar
de analizar detenidamente toda la información
disponible. También sugirió que las preferencias
y los valores de las personas pueden estar inui-
dos por su contexto y por cómo se les presenta
la información.
De igual forma, las investigaciones de Amos
Tversky y Daniel Kahneman (1972; 1974, 1981)
identicaron desviaciones sistemáticas de las nor-
mas clásicas de racionalidad que son predecibles y
resultan del uso de procesos heurísticos en nuestro
sistema cognitivo. En ocasiones, estos heurísticos
pueden provocar sesgos que distorsionan nuestra
percepción de la realidad y conducen a comporta-
mientos irracionales. El trabajo de Tversky y Kah-
neman ha inuido signicativamente en nuestra
comprensión de la toma de decisiones y ha tenido
implicaciones en campos como la economía, la psi-
cología y la ciencia política. Una de las principales
aportaciones de su investigación fue la teoría de
las perspectivas: un marco para entender cómo las
personas toman decisiones en momentos de incer-
tidumbre (Kahneman y Tversky, 1979). Según la
teoría de las perspectivas, las personas no siempre
toman decisiones basadas en la utilidad esperada,
como menciona la teoría económica clásica. En su
lugar, a menudo se ven afectadas por las pérdidas
y ganancias potenciales, y suelen evitar las pérdi-
das en vez de adquirir ganancias. Esta teoría ha
inuido a la hora de explicar una amplia gama
de fenómenos en la toma de decisiones, como la
aversión al riesgo, los efectos de encuadre y el
efecto de dotación. También ha tenido importantes
aplicaciones prácticas en campos como el marke-
ting, las nanzas y la formulación de políticas.
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En el área de la formulación de políticas, Ri-
chard Thaler (colaborador de Kahneman) y Cass
Sunstein desarrollaron un enfoque de las inter-
venciones basado en percepciones conductuales
(teniendo en cuenta los sesgos cognitivos de nues-
tra racionalidad acotada). En 2008 publicaron el
libro Nudge, en el que examinan cómo pequeñas
intervenciones basadas en cambios en la estruc-
tura de la elección pueden alterar positivamente
el comportamiento de las personas. Estos nudges
1
pueden lograr que las personas alcancen sus ob-
jetivos para tener una vida más feliz según su
propio juicio (Gold et al., 2020; Sunstein, 2020).
Debido a que a las personas les resulta difícil
(por sus limitaciones cognitivas y su racionalidad
acotada) conseguir lo que se proponen, los polí-
ticos pueden organizar el entorno haciendo que
ciertas opciones se destaquen más que otras, de
forma que la mejor elección se convierta en la más
fácil. Estos nudges también pueden utilizarse para
mejorar la sociedad (aspectos medioambientales,
salud pública, donaciones de órganos o incluso
durante pandemias (Martínez y Fernández, 2020).
Tras la publicación de Nudge (Thaler y Suns-
tein, 2009), el nudging se convirtió en un marco
para desplegar intervenciones basadas en la evi-
dencia (Hortal, 2020a) para mejorar el bienestar
de las personas organizando el entorno de elec-
ción. Las ciencias del comportamiento se han
aplicado a las políticas públicas, dando lugar a la
aparición de diversos enfoques de intervención,
como budges (algo en movimiento) (Oliver, 2013,
2018), boosts (impulsos) (Grüne-Yano y Hertwig,
2016; Hertwig y Grüne-Yano, 2017; Reijula et
al., 2018), nudge plus (llamadas de atención más
fuertes) (Banerjee y John, 2021), meta-nudges (Di-
mant y Shalvi, 2022), virtue-nudges (Hortal, 2022)
o shoves (empujones) (Sunstein, 2013). Mientras
que los nudges pretenden promover el bienestar,
se ha introducido el término “sludge” para re-
ferirse a las intervenciones intencionadas o no
intencionadas que utilizan técnicas similares, pero
con el propósito de disminuir el bienestar. Tha-
ler introduce el término “sludge”, reriéndose a
intervenciones de tipo nudge que disminuyen el
bienestar de las personas. Aunque los nudges son
intervenciones diseñadas para mejorar la vida,
1 NT. El término nudge se refiere a un llamado de atención.
“las mismas técnicas de nudging pueden utilizarse
con otros nes” (Thaler, 2018).
El objetivo de este artículo es considerar las
distintas formas en que estos enfoques pueden
complementar las iniciativas de las políticas pú-
blicas para eliminar o reducir los casos de vio-
lencia de género, reducir sus efectos y ayudar en
la persecución de los agresores. En este artículo,
además de “violencia de género”, se utilizan otros
conceptos como “violencia en la pareja” o “vio-
lencia doméstica”.
Los términos “violencia de género”, “violencia
en la pareja” y “violencia doméstica” se reeren
a formas de violencia o abuso que se producen
en el seno de las relaciones o los hogares. Estos
términos se utilizan a menudo indistintamente,
y pueden incluir abuso o coacción física, sexual,
emocional o económica. La “violencia de género”
es un concepto amplio que se reere a cualquier
forma de violencia o abuso que se ejerce contra
alguien por razón de su sexo. Esto puede incluir
violencia o abuso contra mujeres, hombres o per-
sonas no binarias. Es importante destacar que
no toda la violencia en una relación es violencia
doméstica (Kuennen, 2020) y que la violencia
doméstica y la violencia de género son fenómenos
relacionados pero distintos. La “violencia en la
pareja “ se reere explícitamente a la violencia o
abuso que ocurre dentro de las relaciones íntimas,
entre cónyuges, parejas casuales o parejas forma-
les. Puede incluir abuso o coacción física, sexual,
emocional o económica. La “violencia doméstica”
se reere a la violencia o abuso que se produce
dentro del hogar, normalmente entre miembros
de la familia o del hogar. Puede incluir abuso o
coacción física, sexual, emocional o económica.
Los tres términos engloban una serie de compor-
tamientos y acciones utilizados para controlar,
intimidar o dañar a otra persona en una relación
o en el ámbito doméstico. Se reeren a problemas
graves que pueden afectar negativamente a la
salud física y mental de quienes los sufren.
Aunque estos conceptos de violencia no son
iguales y no se reeren a los mismos hechos son
similares, por lo que pueden usarse cuando nos
referimos a cómo pueden utilizarse las políticas
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públicas de comportamiento para reducir el -
mero de casos.
Criterios de selección
A la hora de realizar este estudio sobre las políti-
cas públicas de comportamiento y su posible apli-
cación a la violencia de género, se utilizaron los
siguientes criterios para seleccionar los artículos:
Relevancia del tema: los artículos deben
pertenecer a la política pública conductual
y la violencia de género, con un enfoque
en la reducción y eliminación de los casos
de violencia de género. El objetivo de la
revisión fue identicar estudios relevantes
en el área de las políticas públicas conduc-
tuales. Los criterios de inclusión se basa-
ron en diversos factores, como la fecha de
publicación, el número de citas, la autoría
y la revista. La revisión buscaba descubrir
estudios que utilizaran intervenciones con-
ductuales como nudges o boosts. Debido a la
naturaleza limitada de la literatura en este
campo, se incluyeron en la revisión todos
los artículos relevantes que cumplían los
criterios predeterminados.
Uso de palabras clave: los artículos in-
cluyeron palabras clave (del campo de la
política pública conductual y la economía
conductual): como “behavioral public po-
licy”, “nudge”, “libertarian paternalism”
y “behavioral economics”. El estudio tam-
bién buscó relaciones entre estos términos
y los conceptos “violencia de género”,
“violencia doméstica”, “violencia contra
las mujeres” y “violencia en la pareja”.
Fecha de publicación: los artículos deben
ser relativamente recientes, con una fecha
de publicación dentro de los últimos diez
a cinco años.
Calidad de la investigación: los artículos
deben basarse en métodos de investiga-
ción rigurosos y proporcionar un análisis
exhaustivo del tema.
Reputación de la revista: los artículos
deben estar publicados en revistas de
renombre dentro del campo, como Beha-
vioral Public Policy, considerada una de
las principales revistas en el área de las
políticas públicas conductuales.
Al utilizar estos criterios y los operadores
booleanos “y”, “o” y “no” a través del buscador
académico Google Scholar, se seleccionó un grupo
de artículos con una idea de la política pública
conductual aplicada a diversos problemas, al
tiempo que reconoce las futuras aplicaciones en
la violencia de género.
La revisión fue exploratoria (Stebbins, 2001)
proporcionando un enfoque amplio del área con
el n de resaltar la falta de investigación entre la
economía conductual, las políticas públicas y la
violencia de género. La estrategia de selección y
síntesis de estudios en esta revisión bibliográca
sobre violencia de género y políticas públicas
conductuales se llevó a cabo de forma sistemática
y objetiva. El objetivo de la revisión se centró en
responder a la pregunta de investigación sobre
la necesidad de un aumento de los enfoques con-
ductuales en la implementación de intervenciones
que buscan reducir la violencia de género. Los
estudios se seleccionaron utilizando criterios de
inclusión y exclusión, como la fecha de publi-
cación, la metodología utilizada (favoreciendo
los estudios que utilizaron ensayos controlados
aleatorios, pero considerando otros enfoques) y
la clasicación de las revistas. A continuación,
se sintetizaron los resultados y la información
obtenida de los estudios seleccionados.
Debates sobre el estado de
la cuestión
Violencia de género
La violencia de género es un fenómeno estruc-
tural, social, político y relacional que ocurre
sistemáticamente en todo el mundo (Ramírez
Velásquez et al., 2020) y es el resultado de un
desequilibrio de poder entre hombres y mujeres
(Jaramillo-Bolivar y Canaval-Erazo, 2020). Según
Francesca Poggi (2019), para que los responsables
de las políticas públicas puedan abordar y reducir
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eficazmente la violencia de género, es importan-
te contar con una definición clara y específica
del término dentro de los marcos legislativos y
políticos. La Asamblea General de las Naciones
Unidas (resolución 48/104 de 20 de diciembre de
1993) proclamó que “la violencia de género es un
término que abarca una serie de comportamientos
y prácticas nocivas que se perpetúan por temas
de género, y puede incluir el abuso físico, sexual
o emocional, así como la discriminación y la coac-
ción económica o social”. Se define como “todo
acto de violencia basado en la pertenencia al sexo
femenino que tenga o pueda tener como resultado
un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológi-
co para la mujer, así como las amenazas de tales
actos, la coacción o la privación arbitraria de la
libertad, tanto si se producen en la vida pública
como en la privada”. La violencia de género suele
estar arraigada a las normas sociales de género
y los desequilibrios de poder entre hombres y
mujeres, y es un problema a nivel mundial que
afecta a todos los sectores sociales y económi-
cos y puede producirse en diversos entornos,
como el hogar, la comunidad y el lugar de trabajo
(Hatch-Maillette y Scalora, 2002; Hatch-Maillette
et al., 2007), afectando a la salud de las mujeres
e incluso a su autoestima (Velarde et al., 2022).
Jenni Klugman (2017) arma que la violencia
de género es un problema generalizado que afec-
ta a una de cada tres mujeres. El connamiento
debido al COVID-19 ha incrementado el núme-
ro de casos (Lorente-Acosta, 2020; Ruiz-Pérez y
Pastor-Moreno, 2021), por lo que la comunidad
internacional ha reconocido cada vez más la ne-
cesidad de erradicar este tipo de violencia. En este
sentido, el 5to objetivo de desarrollo sostenible de
las Naciones Unidas busca alcanzar la igualdad de
género y empoderar a todas las mujeres y niñas, no
solo para poner n a todas las formas de discrimi-
nación contra las mujeres y las niñas, sino también
para eliminar la violencia contra las mujeres y las
niñas en los ámbitos público y privado, erradicar
prácticas nocivas como el matrimonio infantil y la
mutilación genital femenina, identicar y valorar
el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado,
y garantizar la participación plena y útil de las
mujeres en los procesos de toma de decisiones.
Además, el objetivo incluye proporcionar acceso
universal a la salud y los derechos sexuales y re-
productivos, conceder a las mujeres los mismos
derechos de acceso y control sobre los recursos
económicos como la tierra y la propiedad, y utilizar
la tecnología para mejorar el empoderamiento de
las mujeres. Po lo que se insta a los gobiernos a
aplicar políticas y leyes para lograr la igualdad de
género y empoderar a todas las niñas y mujeres.
Con el n de reducir o eliminar la violencia de
género, los responsables de las políticas públicas
han recurrido a esfuerzos legislativos basados en
mandatos y sanciones (paternalistas). Los gobier-
nos y otras instituciones también recurren a inter-
venciones (Hester y Westmarland, 2005) basadas
en herramientas educativas e información para
crear conciencia, sin embargo, no son sucientes.
Según la ONU (2022), “la violencia contra las muje-
res y las niñas sigue amplicándose en los espacios
digitales, en particular contra las que participan
activamente en la vida política y pública y ejercen
la libertad de expresión, reunión pacíca y asocia-
ción”. La ONU arma que, aunque la violencia
de género es un problema generalizado, pocos
países han tipicado este tipo de violencia como
delito independiente; además, los datos sobre este
tema suelen ser incompletos y poco ables. La
ONU aconseja que los países deben invertir en
la recopilación de datos exhaustivos y ables so-
bre la violencia de género, incluida información
desglosada por sexo, edad y género. Las políticas
que intentan abordar la violencia de género “de-
ben basarse en pruebas sobre las economías en
desarrollo (evaluaciones de procesos, evaluacio-
nes cualitativas y evaluaciones de impacto con un
diseño deciente) y en evaluaciones de impacto
más rigurosas llevadas a cabo en los países desa-
rrollados” (Morrison et al., 2007, p. 25).
La mayoría de las investigaciones enfocadas
a este tema tienden a dejar de lado los últimos
avances de las ciencias del comportamiento, que
intentan cambiar la conducta teniendo en cuenta
la racionalidad acotada de las personas. Las si-
guientes secciones recogerán las diferentes estra-
tegias que han ido surgiendo dentro del campo de
las políticas públicas conductuales para revisar el
estado actual de la cuestión, explorando los usos
actuales de los conocimientos conductuales en la
violencia de género. A continuación, se analizarán
las diferentes contribuciones al tema y se amplia-
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rán estos enfoques como posibles soluciones para
combatir la violencia de género.
Herramientas de política
pública conductual
Nudges
La teoría de los nudges, las políticas públicas y la
psicología indican que ciertas alteraciones en el
entorno o en la presentación de opciones pueden
influir en las decisiones y el comportamiento de
los individuos, haciendo que algunas opciones
se destaquen más que otras. Algunos autores ya
han sugerido que los nudges deberían funcionar
con otros tipos de intervenciones y siempre con
enfoques educativos (Hortal, 2020b). El objetivo
de un nudge es mejorar la toma de decisiones y los
resultados sin limitar la libertad o la elección, por
lo que pueden considerarse libertarios, ya que no
eliminan opciones y son paternalistas (Epstein,
2018; Hansen, 2016; Krpan y Urbaník, 2021), pues
influyen en el comportamiento de las personas.
En lo que respecta a la violencia de género, estas
intervenciones suelen dirigirse a víctimas, super-
vivientes, sus amigos y familiares o instituciones
en un esfuerzo por facilitar los comportamientos
deseados (denunciar, apoyar, aguantar mientras
se espera una respuesta, asistir a juicios, etc.).
Los recientes cambios en las políticas públicas
han desplazado “el foco de atención desde las
víctimas y los agresores hacia la comunidad,
compartiendo esta responsabilidad con todos
los miembros de la comunidad” (Moreno Martín
et al., 2019, p. 876), incluso con instituciones como
las religiosas (Boddé, 2014). Un estudio reciente
resume los grupos destinatarios y los comporta-
mientos de la siguiente manera:
Se identifican cinco grupos para la prevención
y reducción de la violencia contra las mujeres:
(1) autores pasados y futuros de violencia, (2)
víctimas de violencia, (3) familiares y amigos de
las víctimas, junto con transeúntes, (4) profesio-
nales y profesionales del área (es decir, agentes
de policía, profesionales médicos, trabajadores
sociales, periodistas, jueces) y (5) el público en
general. (Almeida et al., 2016, p. 7)
Según Dan Kahan, “a los reformadores les
resulta más conveniente utilizar una estrategia
simple de nudges que con el tiempo induciría a los
responsables de la toma de decisiones y al público
en general a tolerar menos la violencia doméstica”
(Kahan, 2000, p. 630). El enfoque conductista de
las políticas públicas reconoce los prejuicios y la
racionalidad acotada de las personas y los apro
-
vecha para aumentar las posibilidades de alcanzar
con éxito el objetivo propuesto. Por lo tanto, los
nudges pretenden simplicar la consecución del
comportamiento deseado, eliminando los nudges
conductuales y destacando algunas opciones.
Por ejemplo, un informe sobre las recomenda-
ciones basadas en las ciencias del comportamiento
para mejorar las vidas de los supervivientes (Gar-
nelo et al., 2019), destacó posibles intervenciones,
proponiendo “ideas de intervenciones que pueden
adaptarse a los servicios para determinar su im-
pacto” (Garnelo et al., 2019, p. 5). De igual forma
resumieron sus objetivos de la siguiente manera:
“i) enfatizar la condencialidad del apoyo para
minimizar la aversión a la incertidumbre de los
supervivientes; ii) racionalizar los procesos para
reducir la fatiga en la toma de decisión entre los
proveedores de servicios; y iii) aliviar la carga cog-
nitiva de los supervivientes durante el proceso”.
Con el n de ejemplicar cómo las políticas
públicas de comportamiento pueden abordar
temas relacionados a la violencia de género, los
siguientes puntos contienen una serie de suge-
rencias para usar los nudges. Estos nudges son
recomendaciones para diferentes tipos de provee-
dores de servicios, incluidas las líneas de ayuda,
el sistema de justicia penal, los centros de acogi-
da, los proveedores de asistencia sanitaria y los
profesionales de la salud mental:
Para las líneas de ayuda (Taylor et al.,
2019), el informe sugiere minimizar el
miedo a las represalias borrando los regis-
tros de llamadas de los teléfonos móviles.
Para el sistema de justicia penal, se sugiere
informar al personal sobre su impacto so-
cial para superar el agotamiento y resaltar
el impacto positivo de su trabajo en los
sobrevivientes.
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Para los centros de acogida, se sugiere
aprovechar el apoyo social de personas
anes, como antiguos residentes o amigos
y familiares, y proporcionar mensajes de
texto de apoyo para contrarrestar la sen-
sación de aislamiento. Otros incluso han
defendido el uso de hoteles durante la pan-
demia de COVID-19 (Mantler et al., 2021).
Para los proveedores de atención sanita-
ria, el informe sugiere hacer hincapié en la
condencialidad y dar información clara
sobre los requisitos de noticación, intro-
ducir protocolos de formación y detección
condicional, y ayudar a los supervivientes
a darse cuenta de sus progresos en el tra-
tamiento de las enfermedades mentales.
Los proveedores de atención sanitaria
también pueden centrarse en los patro-
nes de comunicación, ya que “el riesgo de
experimentar violencia en las relaciones se
reduce a si los patrones de comunicación
y los conictos se convierten en objeto de
intervención de la atención sanitaria de los
profesionales” (Maria et al., 2016, p. 1267).
Existen diferentes formas de aplicar el nudging
para promover la igualdad de género (Waylen,
2018) y prevenir la violencia con pequeños cam-
bios en el entorno o en la presentación de las
opciones. Por ejemplo, el lugar de trabajo podría
utilizar un lenguaje no sexista en las descripciones
de los puestos de trabajo u ofrecer las mismas
oportunidades de promoción profesional a hom-
bres y mujeres, pues podría ayudar a reducir el
riesgo de violencia de género al crear un entorno
más igualitario y respetuoso. El nudging también
puede fomentar la intervención de los espectado-
res, por ejemplo, brindándoles información sobre
cómo intervenir de forma segura o facilitando a
que las personas denuncien los casos de violen-
cia. Algunos estudios también han explorado el
uso de respuestas digitales durante la pandemia
(Emezue, 2020).
Las imágenes violentas también pueden utili-
zarse, ya que el “morbo” por verlas puede ayudar
a entender más claramente lo que ha sucedido y
puede contribuir a la credibilidad de los hechos,
estableciendo verdades y ayudando a no olvidar.
El horror de las imágenes a veces tiene la posi-
bilidad de mover a las personas (Villanueva et
al., 2018, pp. 18-19) o crear conciencia. Aunque
en ocasiones las imágenes pueden banalizar y
legitimar la violencia (Villanueva y Bayarri, 2021),
también pueden desencadenar un efecto de res-
ponsabilidad en el espectador (Belli y Fernández
Villanueva, 2021, p. 7).
Por ejemplo, tomando en cuenta que las agre-
siones sexuales y el acoso son cada vez más fre-
cuentes en zonas urbanas como Delhi, y que las
mujeres a menudo son incapaces de protegerse en
estas situaciones por diversos motivos, algunos
autores (Sehji y Banerjee, 2021) sugieren el uso de
nudges sociales como forma de diseñar campañas
visuales en espacios públicos para las personas
que puedan perpetrarlas: “Se crearon conceptos
grácos para entrar en la mente del perpetrador
redirigiendo el ujo de pensamientos mientras se
encuentra en el espacio público” (Sehji y Banerjee,
2021, p. 339).
Otros autores han considerado el uso de men-
sajes de texto para recordar los juicios a supervi-
vientes, víctimas y testigos, pero algunos ensayos
no han observado ninguna mejora con la ayuda
de mensajes de texto (Cumberbatch y Barnes,
2018). El estudio descubrió que los mensajes de
texto tenían un efecto mínimo en la presencia de
víctimas y testigos en los tres tribunales de magis-
trados estudiados. No obstante, la investigación
indicó que los mensajes de texto son una forma
able, eciente y rentable de comunicarse con
los testigos. Un estudio más reciente relacionado
con un contexto diferente (comparecer ante un
tribunal como acusado) ha demostrado que los
nudges conductuales en forma de mensajes de
texto y los cambios en la redacción del formula-
rio de citación pueden mejorar la asistencia a los
juicios (Fishbane et al., 2020).
Los nudges también pueden ser contraprodu-
centes (Bolton et al., 2018). Por ejemplo, el grupo
Oxford Policy Management contrató a Busara,
una organización de investigación y asesoramien-
to que utiliza la ciencia del comportamiento para
diseñar y evaluar intervenciones destinadas a
promover el desarrollo social y económico, para
realizar una encuesta en Zambia con el n de
probar posibles nudges sociales relacionados con
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Alejandro Hortal
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la violencia de género y la concienciación (Busara,
2018). El estudio descubrió que un nudge social
que consistía en explicar la violencia de género a
la comunicad por medio de un vídeo informativo
tuvo resultados opuestos: los participantes eran
menos propensos a denunciar un caso de vio-
lencia de género contra su vecino, “posiblemen-
te debido a la responsabilidad social y al efecto
espectador” (Busara, 2018, p. 3).
Boosts
La mayoría de las políticas públicas conductua-
les desde 2008 han hecho hincapié en el nudge
como enfoque no coercitivo y no monetario para
modificar el comportamiento de las personas.
Sin embargo, existen otros enfoques conductua-
les para lograr este objetivo. Uno de ellos es el
boosting (Hertwig y Ryall, 2020; van Roekel et al.,
2021), que es una perspectiva libertaria no mone
-
taria que trata de “fomentar la competencia de
las personas para tomar sus propias decisiones”
(Hertwig y Grüne-Yanoff, 2017, p. 973). Mientras
que los nudges se centran en el comportamiento,
los boosts pretenden cambiar las competencias de
las personas “a través de cambios en las habili-
dades, los conocimientos, las herramientas de
decisión o el entorno externo” (p. 974). Los nudges
y los boosts reconocen la racionalidad acotada de
las personas, mientras que el boosting reconoce
las competencias y una forma de fomentarlas.
El boost hace hincapié en la capacidad de apren-
dizaje de los individuos (Bradt, 2019; Sims y Mü-
ller, 2019) y diseña intervenciones que se mantie-
nen incluso cuando la intervención está ausente, o
la estructura de elección ha cambiado. Según Ralph
Hertwig, “si los individuos carecen de la capacidad
cognitiva o la motivación para adquirir nuevas
habilidades o competencias, es probable que la
intervención más ecaz sea el nudging(Hertwig,
2017, p. 149). En el mismo artículo, Hertwig subra-
ya que el boost puede ser una estrategia eciente
cuando los responsables políticos intentan fomen-
tar un cambio de comportamiento duradero en los
casos en que los gobiernos no actúan en función
de los individuos o permiten que las empresas
privadas creen entornos de elección perjudiciales
o manipuladores (pp. 154-156).
Budges y shoves
Otros estudios destacan el uso de enfoques más
paternalistas. Los budges y shoves (Mojašević y
Nikolić, 2022; Oliver, 2018; Sunstein, 2013) utili-
zan las ciencias del comportamiento para ofrecer
alternativas de regulación en las políticas públi-
cas. Los budges son intervenciones regulatorias
desplegadas por el sector público (Oliver, 2013)
que están basadas en la economía del comporta-
miento y dirigidas a influir en el comportamiento
de las empresas privadas. Estas intervenciones
están diseñadas para abordar situaciones en las
que las acciones de las empresas privadas tienen
consecuencias negativas para los individuos o la
sociedad. Por otro lado, los shoves (Sætra, 2019;
Shachar y Greenbaum, 2019), son medidas regu-
latorias que también se basan en la economía del
comportamiento, pero implican una intervención
más fuerte y suelen ser más restrictivas. Los nudges
se utilizan a menudo para contrarrestar errores en
el comportamiento individual y pretenden prote-
ger a las personas de sí mismas. Un ejemplo de
nudge podría ser la prohibición de fumar, creada
para proteger a los individuos de las consecuencias
negativas de fumar y reducir la prevalencia gene-
ral del tabaquismo en la sociedad. Este enfoque
implica un mayor grado de interferencia en las
elecciones personales de estilo de vida en com
-
paración con el paternalismo libertario, que trata
de influir en el comportamiento mediante nudges
al tiempo que permite a los individuos tomar sus
propias decisiones.
Nudges, sludges, y auditorías de sludge
Mientras que el nudging fomenta comportamien-
tos que aumentan el bienestar de las personas (y
a veces el bienestar social), el sludging desalienta
tales comportamientos (Hortal y Segoviano, 2023).
El sludging se refiere a procedimientos innecesarios
o excesivos (intencionados o no) que dificultan el
acceso de las personas a bienes, oportunidades
y servicios (Luo et al., 2022; Madsen et al., 2021;
Newall, 2022; Shahab y Lades, 2021; Sunstein,
2021). Estos procedimientos pueden adoptar
muchas formas, como burocracia u otros requi-
sitos administrativos que hacen perder tiempo
o recursos económicos, o pueden resultar frus-
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trantes, estigmatizantes o humillantes. Los sludges
pueden tener efectos nocivos en los miembros
vulnerables de la sociedad, como consumidores,
empleados o estudiantes, y pueden privarles el
acceso a recursos u oportunidades importantes,
por lo que las instituciones y empresas deben rea-
lizar auditorías periódicas para identificar los slu-
dges y caracterizar sus costes, determinando cómo
reducirlos. Las auditorías de sludges (Sunstein,
2020) pueden ayudar a identificar las áreas en las
que los sludges causan daños y en las que puede
ser más beneficioso reducirlos o eliminarlos. Esto
puede resultar importante en el contexto de la vio-
lencia de género, ya que los sludges pueden afectar
significativamente a los grupos vulnerables y pue-
den contribuir a crear barreras que impidan a las
personas acceder a ayudas o recursos. Mediante
la realización de auditorías de sludges y la adop-
ción de medidas para reducirlos, las instituciones
privadas y públicas pueden contribuir a proteger
a las personas de los efectos negativos de un pro-
cedimiento innecesario o excesivo.
Contribuciones al estado
de la cuestión
Desde el punto de vista de las políticas públicas,
resulta necesario considerar una serie de opcio-
nes a la hora de abordar el tema de la violencia
social y de género. Las herramientas políticas
tradicionales, como los mandatos, las leyes y las
campañas informativas, pueden sensibilizar y
promover el cambio de forma eficaz. Para cambiar
comportamientos arraigados en la cultura, no
basta con modificar leyes o sancionar conductas
que antes eran aceptadas, sino transformar los
valores que conforman dichas actitudes (Moreno
Martín et al., 2019). De igual forma, es importante
buscar estrategias más novedosas provenientes
del campo de las políticas públicas conductua-
les que puedan ofrecer otras herramientas que
pueden utilizarse junto con intervenciones más
tradicionales para reducir la violencia de género
de manera efectiva. El artículo examinará estos
diversos enfoques y considerará sus posibles usos
para abordar este problema.
Los nudges, como herramientas de política
pública conductual, tienen muchas distinciones, y
los investigadores las han ido clasicando con el
objetivo de identicar su alcance, por lo que sería
importante ver cómo estas distinciones podrían
ayudar en la lucha contra la violencia de género.
Por ejemplo, Nudge Plus (Banerjee y John, 2021),
es un tipo de intervención que tiene la capaci-
dad de incluir un elemento deliberativo en la
estructura de elección. Los self-nudges (Reijula
y Hertwig, 2020) pueden hacer que el receptor
del nudge también sea el creador de la elección,
aumentando la autonomía del sujeto y la posibili-
dad de llevar el nudge a diferentes contextos. Meta
Nudges (Dimant y Shalvi, 2022) es un enfoque que
sugiere que en lugar de inuir directamente en los
usuarios nales podría resultar más ecaz utilizar
“inuenciadores sociales” como intermediarios
para inuir indirectamente en el comportamiento
de las personas; sin embargo, estos enfoques aún
no se han utilizado en la lucha contra la violencia
de género. Por ejemplo, los meta nudges implican
dirigirse a individuos que tienen la capacidad de
moldear el comportamiento y las normas de otros
con el objetivo de cambiar el comportamiento
de los receptores. Esta estrategia puede tener
más éxito en la consecución de los resultados
deseados en comparación con el intento directo
de inuir en los receptores. El enfoque meta nu-
dging podría aplicarse al tema de la violencia de
género, dirigiéndose a las personas que tienen la
capacidad de inuir en el comportamiento y las
normas de los demás, con el objetivo de redu-
cir los casos de violencia de género. Esto podría
implicar trabajar con personas inuyentes en
la sociedad, como líderes comunitarios, guras
religiosas u otras personas que tengan una gran
inuencia en sus comunidades para promover
la igualdad de género y el comportamiento no
violento. Los self nudges pueden ser utilizados por
los profesionales para garantizar el cumplimiento
de los esfuerzos en la reducción de los casos. Los
nudge plus pueden agregarse a las intervenciones
que ya aplican nudge a las supervivientes (un
nudge que mantiene a las supervivientes en una
terapia de ayuda puede añadir un componente
deliberativo sobre la necesidad de permanecer en
la terapia o sobre la importancia de presentarse
a los procesos judiciales).
Los nudges morales son un tipo de interven-
ción que busca afectar el comportamiento de las
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personas para ayudarles a desarrollar hábitos
virtuosos. Según Hortal (2022), los nudges mo-
rales están diseñados para ayudar a las personas
a realizar acciones virtuosas, en otras palabras,
pretenden motivar a las personas a participar en
comportamientos que se consideran virtuosos o
moralmente buenos, con el objetivo de ayudarles a
interiorizar estos comportamientos como hábitos.
Esto puede implicar proporcionar información so-
bre los benecios de un comportamiento virtuoso
o facilitar acciones virtuosas. Por ejemplo, un nudge
moral podría consistir en establecer un sistema
para facilitar las donaciones a una organización
benéca que luche contra la violencia de género
o en ofrecer su tiempo como voluntarios en este
tipo de organizaciones, con el n de motivarles a
adoptar comportamientos lantrópicos. Otro ejem-
plo podría ser proporcionar información sobre los
benecios sociales de denunciar casos violentos.
En general, los nudges morales tratan de inuir
en el comportamiento de forma que ayude a las
personas a ser más virtuosas.
Un tema que se ha planteado en relación con
la teoría de los nudges es la posibilidad de que
sus efectos se disipen cuando la estructura de
elección deje de estar presente, lo que sugiere
que los cambios en el comportamiento y la toma
de decisiones provocados por los nudges pue-
den no mantenerse a lo largo del tiempo. Por
ejemplo, un estudio reveló que los nudges pueden
tener el potencial de producir efectos indirectos
temporales “en algunos comportamientos” (Van
Rookhuijzen et al., 2021, p. 1). Sin embargo, es
importante destacar que la sostenibilidad de los
nudges es debatible, y se necesitan más estudios
para comprender plenamente las consecuencias
a largo plazo de estas intervenciones.
Las intervenciones no paternalistas que se
centran en las competencias (en lugar del entorno
de elección), como el boosting, también pueden
ayudar en este tema. Este tipo de intervenciones
pueden dirigirse a las competencias del públi-
co en general o incluso de quienes trabajan con
víctimas y supervivientes, pueden ayudar a las
personas a aprender a identicar los casos y a
denunciarlos, y pueden aumentar la capacidad de
identicar el lenguaje violento o de comprender
los datos y las estadísticas sobre casos de vio-
lencia. Por ejemplo, “un boost a largo plazo del
razonamiento bayesiano [...] podría fomentar la
competencia de las personas para traducir acti-
vamente cualquier probabilidad que encuentren
en frecuencias y simplicar así los cálculos baye-
sianos” (Hertwig y Grüne-Yano, 2017, p. 977).
Teniendo en cuenta que los enfoques liberta-
rios tienen sus limitaciones, las intervenciones
paternalistas basadas en boosts también podrían
utilizarse como parte de una estrategia para abor
-
dar la violencia de género. Una de las formas
en que podrían utilizarse los boosts para luchar
contra la violencia de género es regulando el
comportamiento de las empresas privadas de
forma que promuevan la igualdad de género y
eviten la violencia contra las mujeres. Esto podría
implicar la aplicación de políticas y normas que
obliguen a las empresas a tomar medidas para
prevenir y abordar la violencia de género en sus
lugares de trabajo, o a proporcionar recursos y
ayuda al personal que haya sufrido este tipo de
violencia. Por otra parte, los poderes públicos
podrían abordar la violencia de género a través de
medidas normativas más restrictivas. Por ejem-
plo, los gobiernos podrían aplicar leyes o políticas
que prohíban determinados comportamientos
que contribuyen a la violencia de género (uso de
vocabulario, microagresiones, etc.). También po-
drían incluir programas obligatorios de formación
o educación para las personas que hayan sido
condenadas por delitos de violencia de género, o
penas más estrictas para quienes incurran en ese
tipo de comportamiento. Algunas investigaciones
estudian el uso de la realidad virtual en este tipo
de educación (Dolezal et al., 2022).
Por lo tanto, las auditorías de sludge pueden
utilizarse para identicar y evaluar los elementos
o procedimientos burocráticos que pueden tener
efectos negativos sobre el bienestar, en particular
para las poblaciones vulnerables como las vícti-
mas y supervivientes de la violencia de género
y doméstica. Esta auditoría implica un examen
sistemático de la estructura de elección y los pro-
cesos de toma de decisiones dentro de una polí
-
tica o programa en particular, con el objetivo de
identicar cualquier barrera que pueda impedir
a los individuos acceder al apoyo o los recursos
que necesitan. Por ejemplo, una auditoría de slu-
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dge de un centro de acogida para víctimas de vio-
lencia doméstica puede detectar que el proceso
de admisión del centro es demasiado complejo
o largo, lo que diculta el acceso de las supervi-
vientes a los servicios que necesitan. La auditoría
también puede identicar que el refugio no es de
fácil acceso en transporte público, lo que puede
ser una barrera para los supervivientes que no
tienen vehículo propio. Una auditoría de sludge
puede ayudar a identicar formas de eliminar o
mitigar estas barreras, facilitando el acceso de los
supervivientes al apoyo necesario. Otro ejemplo de
cómo puede utilizarse una auditoría para ayudar
a las supervivientes y víctimas de la violencia de
género y doméstica es examinando la estructura
de elección de un programa de asistencia social.
Por ejemplo, una auditoría de un programa que
proporciona ayuda nanciera a las supervivientes
de la violencia doméstica puede identicar que el
proceso de solicitud es excesivamente complica-
do, pues requiere una extensa documentación y
múltiples visitas a una ocina local, lo que pue-
de dicultar el acceso de las supervivientes a la
ayuda que necesitan, especialmente si no pueden
abandonar a su agresor o sufren traumas u otros
problemas de salud mental. La auditoría puede
ayudar a identicar formas de racionalizar el pro-
ceso de solicitud y facilitar a los supervivientes el
acceso a la ayuda que necesitan.
Discusión y conclusiones
Según Almeida et al. (2016, p. 8), las medidas de
economía conductual (Hartmann et al., 2020) y de
políticas públicas conductuales pueden abordar
eficazmente la violencia de género. Estas medi-
das pueden dirigirse a diversos grupos, incluidos
los agresores, las víctimas, los profesionales que
trabajan en el ámbito de la violencia doméstica y
de género, y el público en general, para reducir o
detener la ocurrencia de la violencia, disminuir
la reincidencia, empoderar a las mujeres (Alonso,
2018) y mejorar el apoyo a las víctimas y sobrevi-
vientes. Las intervenciones conductuales también
pueden ayudar a los policías, los especialistas
médicos, los trabajadores sociales, los medios de
comunicación, el sistema judicial (DeMichele et
al., 2018) y el público en general a apoyar a las
víctimas y sobrevivientes, cambiar las actitudes
hacia la violencia, fomentar la denuncia de casos
y acelerar los procesos legales. Además, las medi-
das de política pública conductual pueden con-
trarrestar la representación de la violencia como
“crímenes pasionales” y fomentar la participación
en iniciativas preventivas.
El campo de las políticas públicas conductua-
les implica la aplicación de conocimientos de las
ciencias del comportamiento, como la economía
conductual y la psicología, para crear políticas
que impacten el comportamiento humano (Oli-
ver, 2017). Hemos visto cómo estas intervencio-
nes pueden tomar muchas formas como nudges,
boosts, shoves u otras medidas regulatorias, y pue-
den utilizarse para manejar diferentes problemas
relacionados con la violencia de género. Aunque
las políticas públicas de comportamiento pueden
ser un instrumento ecaz en la lucha contra la
violencia de género, resulta necesario identi-
car los límites de este enfoque. La violencia de
género y la violencia doméstica son temas com-
plejos con raíces sistémicas en normas sociales
y culturales, sistemas de poder y patrones de
opresión. Entre los factores que contribuyen a
esto se encuentran la desigualdad de género, el
patriarcado, las dinámicas de poder y la opresión,
pero este abordaje subraya las limitaciones de
centrarse únicamente en el comportamiento indi-
vidual. Por ejemplo, una intervención conductual
puede tener como objetivo motivar a la gente a
ahorrar más dinero facilitándoles la tarea, pero
puede que no aborde las razones subyacentes
por las que la gente no ahorra, como los bajos
salarios o el alto coste de la vida. En este caso, la
intervención puede no ser suciente para abordar
el problema de manera signicativa.
Otra limitación de las políticas públicas con-
ductuales es que pueden no ser ecaces a la hora
de abordar temas relacionados con las normas
sociales y culturales o los sistemas de poder. Por
ejemplo, las intervenciones que pretenden abor-
dar la violencia de género pueden estar limitadas
en su capacidad de cuestionar los roles de géne-
ro profundamente arraigados y las dinámicas
de poder que contribuyen al problema. En estos
casos, se requieren enfoques más estructurales
como la educación, la legislación y el cambio de
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las normas sociales para abordar el problema de
manera integral.
Es importante reconocer que los enfoques con-
ductuales parten del supuesto de que las personas
no siempre son plenamente racionales en su toma
de decisiones, lo que signica que los responsables
políticos también pueden mostrar una racionali-
dad acotada a la hora de diseñar y aplicar interven-
ciones conductuales. No existe una solución única
para este problema, por lo que deben combinarse
diversas herramientas políticas para abordarlo
ecazmente. Los enfoques conductuales son una
estrategia clave pues inuyen positivamente en
el cambio de comportamiento, lo que es crucial
para brindar esperanza a las víctimas, a las super
-
vivientes y a la sociedad en general.
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